Macedonia

La actual República de Macedonia, no se corresponde con el poderío de la antigua Macedonia de Alejandro Magno, pero el país está luchando para salir adelante y yo que estuve aquí, por primera vez, hace más de dos décadas les puedo asegurar que a pesar de las dificultades va por buen camino. En la presentación de Yugoslavia describo unas escenas terribles que vi en estas tierras en aquella época, pero por fortuna el tiempo ha borrado esas feas huellas y hoy el país, que se encuentra en el camino entre Belgrado y Atenas, es un destino turístico que crece.

    Skopje
Es la ciudad capital y sus mayores atracciones son: “El viejo bazar”, del que se dice que en el pasado fue uno de los más importantes de oriente y “El puente de piedra”, que fue construido en el siglo XV bajo el mandato del sultán Mehmed II y hoy es el icono que identifica a esta hermosa ciudad. 
Por otro lado la vieja estación de tren y su reloj nos ofrecen una curiosidad: “Este que daba la hora se detuvo el 26 de julio de 1963 a las 5:17 minutos. Esa es la fecha y la hora de la mañana, en que ese fatídico día inició un terrible terremoto".
El país es pequeño pero sin duda tiene muchas más cosas que ofrecer y dentro de su completo abanico del arte culinario es un buen sitio para hacer descubrimientos.
Ahora voy camino a Bulgaria, pero antes de partir quiero dejar una anécdota: “Era de madrugada, el país estaba bajo alerta terrorista y yo me encontraba en la estación esperando un tren que me iba a llevar a Sofía. Realmente iba mucho más lejos, iba camino al sudeste asiático escapando del frío europeo y, por esa razón, no tenía ropa de abrigo. Fuera había nieve, el clima en los Balcanes en esa época es terrible, y dentro me estaba muriendo de frío. Entonces, me puse todas las camisetas que llevaba, 8 en total, después de eso en mi mochila solo quedaba ropa interior entonces cogí los calcetines y 4 pares, más el que llevaba, ocuparon mis pies y otra cantidad idéntica pasaron a ocupar el lugar reservado a los guantes. Faltaban 2 horas, el reloj no avanzaba y, entonces, se me ocurrió ir al servicio, pero cuando llegué al ingreso un señor me detuvo y me dijo que para entrar debía dejar en custodia la mochila. Realmente, en ese momento ir al servicio poco me importaba, por esa razón, me rehusé a dejar mis cosas en custodia y regresé a coger asiento en la sala. Minutos más tarde, notaba un despliegue extraño, que terminó con dos decenas de sujetos sacando sus armas y apuntando hacia mí mientras uno de ellos repetía en inglés que aleje las manos de mi bolsa. Así lo hice, ellos se fueron acercando con cautela, uno de la brigada cogió mi mochila y ustedes no se imaginan la cara que puso, él y los demás, cuando vieron que dentro solo había algunos calzoncillos. Momentos de mi vida que siempre que les recuerdo me arrancan una sonrisa.

¡Sean felices!

No hay comentarios:

Publicar un comentario