Quienes siguen mi blog y leyeron la presentación de
Yugoslavia saben que estuve varias veces en Belgrado (ahora capital de Serbia) y de aquella primera
visita hasta hoy han pasado más de cuatro lustros. En aquella época esta región
tenía dificultades insalvables y hoy tiene problemas muy serios. El pueblo es
buena gente, pero aquí como en tantos otros sitios los que gobiernan no emplean
ni el corazón ni la cabeza. A buen entendedor pocas palabras: “Confiemos en el
potencial de los jóvenes y esperemos que las cosas cambien”.
En la confluencia del río Sava con el Danubio se
levanta una de las ciudades más antiguas de Europa cuya historia se remonta a
7000 años.
Ubicada
sobre un promontorio de 125 metros de altura a orillas del río la Fortaleza Kalemegdan ofrece unas vistas maravillosas de las llanuras que dominan la zona
del otro lado del Danubio.
En
la antigüedad las habitaciones estaban ubicadas dentro de las murallas,
mientras que hoy el lugar contiene el Museo Militar, áreas deportivas, una
iglesia ortodoxa, estatuas el observatorio y más cosas. Por todas esas razones
soy de la idea de que toda excursión que tenga como objetivo visitar la ciudad
debe iniciar en este sitio.
De noche Belgrado se ilumina sobre el carro del
modernismo y presenta un sin número de posibilidades de buena juerga. No nos
engañemos los precios para muchos venidos de lejos son muy convenientes y esa
abundancia de dinero en tan buen mercado y gente guapa hacen que la fiesta sea
maravillosa. De todas maneras, la ciudad es un centro cultural importante, que
ofrece mucho más que eso, y los más exigentes pueden asistir a teatros exquisitos
o acudir a la ópera. Para aquel que le basta con una charla y una buena birra
sepa que en la zona vieja abundan los bares y la clientela.
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