Venezuela


Dos veces estuve en este país que en estos momentos con 20000 asesinatos en el último año y una política desastrosa está viviendo una situación difícil.

Por la forma que empecé, pensé dejar este trabajo para otro día, pero me bebí un café, conseguí sosiego y, entonces, decidí continuar. Dije que llegué en dos oportunidades a Venezuela, y cuando ingresemos al país les voy a hablar de lo que conozco, pero antes voy a relatar una situación que me tocó vivir en el último pueblo colombiano llamado Maicao, en el camino a la ciudad venezolana de Maracaibo.
Había llegado a este lugar desde Santa Marta a las tres de la tarde y como a mí me gusta la voltereta y el regodeo, que ofrecen los sitios de frontera, en lugar de cruzar decidí pasar allí la noche. Entonces, apoyé mis cosas sobre la cama de una habitación de alquiler y a toda prisa regresaba a la calle cuando el patrón de aquella pensión me preguntó con cara de pánico: “¿Adónde va usted?” “A comer y dar un paseo por el pueblo”, respondí. Y él me dijo: “Usted está loco; salir a esta hora. ¡Le advierto de que a las cuatro en punto echo reja! Y en este lugar, hasta mañana, no entra ni sale más nadie”. Viajando uno encuentra a muchos que no están bien y pensé que este señor era una persona de este tipo. En aquella época, finales de los ochenta, en Colombia, había muchos restaurantes que se montaban y desmontaban en la misma calle. Entonces, di un paseo; se adueñó de mí el hambre y me senté en un sitio de aquellos. Recuerdo que pedí algo tradicional: Una sopa con juca, batatas y carne. La porción era abundante y cuando iba por la mitad del plato se acercó la señora, me quitó la comida y me dijo: “Amigo son las cuatro menos cuarto; ya tendrá tiempo de comer mañana; ahora será mejor que vaya a buscar refugio”. Iba a responder, pero antes de hacerlo miré a mi alrededor y vi que todas las tiendas habían cerrado y aquella área llena de vida, como lo es un sitio de frontera, en unos pocos minutos se había transformado en un pueblo fantasma. Mi comida había ido a parar a la basura, el último plato, que fue el mío, estaba lavado, todo estaba recogido y la patrona a punto de ponerse en marcha. Frente a ese panorama, no me quedó otra… que regresar a la pensión; llegué cuando faltaba un minuto para las cuatro. “Menos mal que usted esta aquí. Porque estaba preparando todo para cerrar”, palabras del encargado. Uno podía estar un poco loco, pero no todos; pregunté que pasaba y nadie decía nada, hasta que pasadas las cuatro las cosas se pusieron claras. Comenzó una guerra, que pude ver por la ventana. Las calles se habían transformado en pistas de carrera y los tiradores parecía que tenían cajas y cajas de balas. A las siete de la mañana del día siguiente todo estaba abierto, desayuné en la calle y marché rumbo a Venezuela.
El pueblo y las zonas aledañas estaban en disputa entre dos bandos que habían acordado una tregua hasta las cuatro, después de que… sucedió lo que les conté y antes de que finalice el tiempo establecido para el final de la contienda los maleantes levantaron sus muertos y desaparecieron. Pregunté: ¿Cuánto tiempo iba a durar esa situación…? Y aquel señor que se animó a hablar del tema en lugar de responder levantó los hombros.
El pueblo fronterizo de Maicao
Curiosidades de frontera, dentro de muy poco vamos a llegar a México y, entonces, les voy a hablar de los tiempos perros de Tijuana, frontera entre este país y USA, mientras que ahora la presentación entra de lleno en territorio venezolano.


Es una ciudad moderna con rasgos centenarios que se levanta a orillas del mar Caribe junto a un lago de nombre homónimo del que recuerdo haber sido impresionado por el puente que lo atraviesa y por una importante cantidad de torres extractoras de petróleo que despuntan de sus aguas como si fueran pinos en un gigantesco llano.

 Extracciones de petroleo en Maracibo

Sobre la costa del Caribe, no muy lejos de Maracaibo se encuentra esta maravillosa ciudad que en 1527, nació como una de las primeras urbes coloniales de América y todavía hoy cuenta con unos 600 edificios históricos. Santa Ana de Coro Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO es el último ejemplo que subsiste de la fusión lograda de las técnicas y estilos arquitectónicos autóctonos.

 Santa Ana de Coro; un edificio historico, los medanos y la playa


Se acerca a la costa con el Puerto de La Guaira, mientras que la ciudad se encuentra a una altura de más de 800 metros, razón que hace que la ciudad viva una eterna primavera. Caracas se levanta sobre llanos y cerros a los pies del monte Ávila de 2600 metros, donde se puede subir en teleférico para visitar el parque y admirar desde arriba la gran capital; bulliciosa, transitada, orgullosa de su gente y de su prócer: el gran libertador Simón Bolívar, cuya figura o sus recuerdos están omnipresentes en cada rincón de la ciudad.

 Barrio de Caracas


Mar y montaña se encuentran para regalar un abanico de colores que crea un ambiente maravilloso cargado de buenas energías que envuelven a todas las almas que llegan al lugar. Recuerdo que en sendas oportunidades que visité el país había mucha juerga en todos lados, pero yo apuraba en tranco para llegar a este trocito encantado del Caribe. Playas hermosas y gente guapa hacen de este lugar un paraíso. Sus restaurantes son exquisitos y después de la comida no faltan las copas y la diversión se prolonga hasta más allá de la salida del sol.

El Paseo maritimo de Puerto La Cruz


A dos horas de transbordador de Puerto de la Cruz o media hora de avión, para los más exigentes, se encuentra esta isla preciosa con una abundante variedad de playas de valor.

El Playa de Isla margarit

Cristóbal Colón llegó a Isla Margarita en 1498, y hoy está larga historia se refleja en su catillo, viejas iglesias y algunos edificios antiguos que representan un verdadero tesoro patrimonial.
Los precios, como es lógico, son más elevados que en el continente; hay mucha salsa, no faltan las casas de juego y mucho más…

En el segundo viaje entré por Táchira cerca de la ciudad colombiana de Cúcuta y dejé el país por Isla Margarita, rumbo a Aruba. Mientras que en el primero de mis viajes; recorrí la costa hasta Puerto La Cruz, desde donde busqué el interior por el camino que pasa por Ciudad Guayana, en la confluencia del río Caroní con el río Orinoco. 

En esta zona la biodiversidad es grandiosa; recuerdo haber disfrutado con la cascada del Parque de la Llovizna (foto de la izquierda) y lamento no haber podido ir a visitar el “Salto del Ángel”, porque en aquellos momentos los 350 dólares que costaba sobrevolar en avioneta el salto de agua más alto de planeta, 1002 metros de altura, para mi economía eran prohibitivos.  De todas maneras,  antes de abandonar el país por el sur con destino al Carnaval de Río de Janeiro, viví la emoción de atravesar el Parque Nacional Canaima, también Patrimonio  UNESCO, donde se encuentran las mesetas de roca con acantilados escarpados y caídas de agua forman paisajes espectaculares. 

Salto del Ángel (1002 metros de altura)


En el siguiente mapa marco con banderines celestes los puntos de frontera por donde ingresé o salí de Venezuela. Los banderines amarillos marcan mi recorrido por el país y el de color verde indica el punto exacto donde se encuentra el Salto del Ángel; con respecto a esta zona si pasamos el mapa interactivo a forma Earth o Sat. y agrandamos la imagen vamos a ver como aparecen las mesetas abruptas con paredes verticales y cimas muy planas llamadas tepuyes, que curiosamente se levantan en medio de esta selva.


Gracias por estar otra vez allí. Con esta presentación, de momento, voy a dejar Sudamérica para continuar viajando por el Caribe. Sean felices y hasta la próxima.

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