No todos los jóvenes saben
que Alemania una vez por los conflictos de intereses derivados de los
desacuerdos entre los vencedores de la Segunda Guerra Mundial, estúpida como todas las guerras,
estuvo dividida y solo el pueblo alemán sabe cuán sufrió en ese periodo. Por
fortuna el tiempo llevó la razón a su sitio cuando en 1989 aquel muro de
separación que se había cobrado más de un centenar de víctimas caía para
siempre. Yo Estuve en Berlín cuando todavía reinaba la pared maldita y aprovechando
la oportunidad que se nos daba a los extranjeros pude cruzar el puesto de
control para pasar algunas horas en aquella Alemania distinta.
Recuerdo que fue emocionante
y a la vez triste porque esa gente que tenía prohibido hablar con nosotros
tampoco podía llegar del otro lado para abrazar a su gente o, en el peor de los
casos, a los familiares que el Muro tenía alejados. Antes de cruzar recorrí las
pasarelas que bordeaban la famosa pared y me consterné frente a las cruces que recordaban a los que habían
perdido la vida en el intento. También visité el museo que recordaba formas e
inventos que se pusieron en práctica para escapar de aquella terrible pesadilla
llamada: comunismo.
En aquella oportunidad
como en tantas otras donde dentro de mí cobró protagonismo esta magnífica
ciudad, recordé y repetí las palabras de un grande, me refiero a John F. Kennedy,
cuando dijo. “Todos los hombres
libres, dondequiera que ellos vivan, son ciudadanos de Berlín. Y por lo tanto,
como hombre libre, yo con orgullo digo estas palabras: “Ich bin ein Berliner”.
(Yo soy un berlinés)
En set fotografico anterior aparece la Puerta de Brandeburgo deteriorada detrás del muro. Mientras que en la fotografía siguiente, por gentileza de wikipedia, vemos a este monumento cargado de historia, terminado en el año 1791, en momentos actuales, dignificado como se lo merece.

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