He
caminado tanto por estas montañas que no podía dejar de hablar de ellas y de
las comunidades con las que comparten paisaje.
Cuando
todavía mi vida no estaba definida y andaba por ahí con mucha confianza esperando
encontrar mi estrella, sin dinero desafiaba el destino viajando en autostop;
eran otros tiempos no había tantos necesitados en Europa y, realmente, era mucho
más fácil buscarse la vida. Como le dije viajaba por trabajo, pero les confieso
que conocer nuevos sitios estaba por encima de todo, por esa razón un día me
presenté en un lujoso hotel de Bérgamo para una prueba y la superé, pero era viernes y, entonces, el mánager me dijo que me quedase, pero que solo el día martes cuando este
anotado en el ministerio de trabajo podía empezar con la faena.
Apartamento, comida y un buen salario; qué más podía esperar uno que no tenía nada. Realmente no estaba en posición de escoger, pero algo me decía que esa ciudad rodeada por muros venecianos, que se iniciaron en el 1561, y por siglos fue lugar de encuentro entre distintas culturas, debido a su ubicación entre el Ducado Milanes y la República Veneziana no estaba hecha para entrar en mis planes.
Además, estaba cerca de Suiza y deseaba pisar esa tierra, que en aquel momento en mi corazón representaba un sueño, entonces, dije que regresaría el martes para empezar a trabajar y marché. Suiza no estaba tan cerca como yo calculaba y en el llano ya era primavera pero allá arriba, todavía había hielo y llevaba poca ropa. De todos modos todo eso no importaba; iba hacia adelante y llevaba buen tiempo. Recuerdo que ya no había más sol cuando se detuvo un vehículo modesto pero con tracción en las cuatro ruedas, subí y el conductor me dijo que llegaba hasta la frontera. Inexpresivo por fuera ferviente por dentro porque había logrado, en un solo día, un objetivo que por momentos parecía imposible. Ahora escribiendo pienso y sonrío porque a Suiza entré por una cesta de caminos distintos, pero jamás crucé esa frontera porque en aquella oportunidad este hombre que iba de cemento hasta las orejas resultó ser el propietario de una buena parte del pueblo. “Livigno es un importante centro turístico y además puerto franco exento de impuestos”. Entre tantas otras cosas este señor tenía un hotel y no estaba contento con el personal, entonces, después de saber que yo conocía el oficio me dijo que me hospede en su establecimiento y luego le comente como veía las cosas. Así fue, llegué, vi lo que pasaba, pasé mi informe, el propietario hizo limpieza y cuando empezó la temporada yo era el nuevo director de aquel sitio. Haciendo autostop conseguí trabajos increíbles, pero todas estas labores —al igual que los idiomas— las aprendí sobre la marcha y en este caso la falta de un título de estudio hacia que la paga no esté a la altura de los mis buenos resultados y mis responsabilidades, pero de todos modos la posición era un lujo que permitía privilegios.
Apartamento, comida y un buen salario; qué más podía esperar uno que no tenía nada. Realmente no estaba en posición de escoger, pero algo me decía que esa ciudad rodeada por muros venecianos, que se iniciaron en el 1561, y por siglos fue lugar de encuentro entre distintas culturas, debido a su ubicación entre el Ducado Milanes y la República Veneziana no estaba hecha para entrar en mis planes.
Además, estaba cerca de Suiza y deseaba pisar esa tierra, que en aquel momento en mi corazón representaba un sueño, entonces, dije que regresaría el martes para empezar a trabajar y marché. Suiza no estaba tan cerca como yo calculaba y en el llano ya era primavera pero allá arriba, todavía había hielo y llevaba poca ropa. De todos modos todo eso no importaba; iba hacia adelante y llevaba buen tiempo. Recuerdo que ya no había más sol cuando se detuvo un vehículo modesto pero con tracción en las cuatro ruedas, subí y el conductor me dijo que llegaba hasta la frontera. Inexpresivo por fuera ferviente por dentro porque había logrado, en un solo día, un objetivo que por momentos parecía imposible. Ahora escribiendo pienso y sonrío porque a Suiza entré por una cesta de caminos distintos, pero jamás crucé esa frontera porque en aquella oportunidad este hombre que iba de cemento hasta las orejas resultó ser el propietario de una buena parte del pueblo. “Livigno es un importante centro turístico y además puerto franco exento de impuestos”. Entre tantas otras cosas este señor tenía un hotel y no estaba contento con el personal, entonces, después de saber que yo conocía el oficio me dijo que me hospede en su establecimiento y luego le comente como veía las cosas. Así fue, llegué, vi lo que pasaba, pasé mi informe, el propietario hizo limpieza y cuando empezó la temporada yo era el nuevo director de aquel sitio. Haciendo autostop conseguí trabajos increíbles, pero todas estas labores —al igual que los idiomas— las aprendí sobre la marcha y en este caso la falta de un título de estudio hacia que la paga no esté a la altura de los mis buenos resultados y mis responsabilidades, pero de todos modos la posición era un lujo que permitía privilegios.
Privilegios
que no fueron capaces de retenerme allí por mucho tiempo. El sitio estaba lejos
de todo y yo quería seguir viendo mundo, así que un día me enfadé, cogí unas
pocas cosas y sin ni siquiera cobrar mi último salario marché…
Cómo
es la vida, hace poco una carambola del destino me llevó como invitado a vivir
en Suiza y aquel lugar que admiré como turista y lo creía un sueño cuando fue
mi residencia fue una pesadilla. Entonces, otra vez tuve que dejar todo lo que allí
tenía y quería para seguir camino buscando lo que no encuentro. Hoy estoy en
Trinidad y Tobago y mañana en Barbados. A los cuarenta dejarlo todo para empezar de
nuevo es difícil; lo es, pero no importa.
Curiosidades,
en aquella época muy cerca de allí un alud había sepultado un pueblo, murió
mucha gente y el desastre fue de tal magnitud que la carretera estuvo mucho
tiempo (años) interrumpida o con desvíos por trabajos de reparación.
Independientemente del estado de la ruta que subía desde Sondrio, era
conveniente coger el camino que entraba en Suiza y regresaba a territorio
italiano para continuar hacia Milán. Muy cerca de allí del lado suizo está el glacial,
la ciudad de Sankt Moritz y las vías del mítico tren Glacier Express.
Después
de re-entrar en Italia si continúan en dirección del lago de Como van a pasar
por Dongo lugar donde los Partisanos ejecutaron al Duce: “Benito Mussolini”. Dije van, y no vamos, porque yo voy a salir
hacia el este, pero no sin antes presentar este lugar pequeño y bonito con un
fondo turbio.
En
el corazón de Los Alpes, muy cerca de los 2000 metros sobre el nivel del mar, esta
localidad y su vecina Trepalle (2250 metros) son los centros habitados más altos
de Europa.
El
sitio tiene: un par de callecitas repletas de tiendas que en su mayoría venden
indumentaria deportiva de invierno, alcohol, tabaco y electrónica; un dique y
las pistas de esquí que llegan a tocar el pueblo. Estas pistas gozan de mucho
prestigio por su extensión y porque gracias a la altura que mantiene baja la
temperatura hasta el punto de que cuando muchas estaciones ya están cerradas en
Livigno se sigue esquiando y muchos atletas de primer nivel se desplazan hasta allí
para seguir sus entrenamientos; recuerdo una oportunidad que nevó 10 centímetros
en pleno verano.
La otra cara del pueblo |
Se
dice —y yo que no lo aseguro tampoco lo desmiento—, que este pueblo exento de
impuestos es un invento de la iglesia a través del mismísimo Vaticano. Yo he
visto miles de automóviles nuevos de alta gama esperar el periodo mínimo necesario
para entrar en Italia libre de todo gravamen, lo mismo pasa con el oro, las
piedras preciosas e incluso los artículos electrónicos. Hay entra de todo, pero
es casi imposible descubrir cómo, cuándo o hacia dónde sale; en el tiempo que
estuve allí he visto muchas más cosas pero por respeto al nombre de quien me
entregó una posición en ese pueblo, aunque ya este señor haya desaparecido, no
voy a ahondar en los detalles. De todas maneras lo fundamental ya quedó claro: “Un
poder oculto es el dueño de este trozo de tierra cuya manera de producir billetes
supera incluso a las mejores máquinas de hacer dinero.
Ahora
sí, marchamos y como les dije vamos a dirigirnos hacia el este para cruzar el
Parque Nacional del Stelvio, este lugar que se extiende por 24 municipios y 4
provincias en verano es una belleza; de allí recuerdo a sus simpáticas marmotas.
Después
del parque encontramos otra maravilla, me refiero a un paseo de verano porque aunque
siguen siendo extraordinariamente bellos no es sitio para caminar en invierno,
en cambio, con las buenas temperaturas recorrer la zona es un lujo; casitas de
maderas acompañadas con retoños en flor que pertenecen a un puñado de pueblos
ordenados donde aquellos que los atravesamos sin ver a nadie solemos preguntarnos:
“¿Quién es el responsable de que todo este tan limpio y en su sitio, la iglesia
reluciente y no falten flores en las tumbas del cementerio?”
Tirol |
Debajo
del Sub-Tirol están las Dolomitas, (declaradas Patrimonio de la Humanidad por
la UNESCO), donde lugares mágicos como Madonna de Campiglio o Cortina d'Ampezzo,
este último mucho más al este, son paraísos para los esquiadores. Estas montañas
hacen realmente apasionante Il Giro de Italia. (La carrera en bicicleta más importante
de este país y la segunda, solo por detrás del Tour de Francia, en el ámbito internacional).
Merano |
Después
de un vuelo de ave sobre las elevaciones recién mencionadas regresamos al
camino que seguíamos y delante de nuestros ojos aparece Merano, Meran en
idioma alemán, por aquí esta última es la primera lengua porque estos territorios
pertenecieron al Imperio austrohúngaro hasta que los perdieron tras la derrota
que condujo a su desilusión en la Primera Guerra.
Es
la localidad siguiente; casas con caminos de piedra y jardines con abundante
verde donde predominan los pinos que hacen de magnífico fondo al cuadro donde
aparecen también muchas plantas con flores. De la ciudad recuerdo una tarta
exquisita, calles empedradas y una iglesia. Fue en la iglesia que me dieron la
tarta.
En
el inmediato norte está el paso del Brennero que lleva a Austria, pero nosotros
cogemos rumbo al sur por el “Corredor Europeo” y cuando hemos recorrido más de
un centenar de Km junto al curso del río Adige, encontramos la ciudad de
Trento. Un encanto de sitio escenario de un capítulo de mi noveno libro: “El Códice Mágico”. Esta, como todas mis obras, por la iniciativa libros para todos en formato eBook es gratis y solo tienes que pedirla a la dirección: goodmorningjoe@yahoo.es
Un
conjunto de edificios de época glorifica a esta ciudad que supo enlazar lo
mejor de las culturas nórdicas con la italiana. Casas de piedras color pastel y
balcones pequeños de madera; bellos maceteros y hermosas flores hacen del camino
una pasarela. Desde el primer momento en que pisamos este lugar descubrimos que
su gente es guapa y va muy bien vestida. Voy a empezar el recorrido por la
parte más alejada; cuando atrás dejé el castillo de Trento y lo que queda de la
muralla, enfilo uno de los corredores que llevan a la plaza principal donde
destaca la catedral y una casona apoyada sobre arcos que, en su frente, muestra
un fresco maravilloso que se disputa la atención, de todos, con la belleza del
balcón y las magníficas ventanas. Trento viene de tridente y una fuente símbolo
de la ciudad culminada con la figura de Neptuno, que sostiene su tridente, es la
guinda de la urbe y de la plaza.
Desde
esta ciudad parte un puñado de caminos hacia valles vecinos; recuerdo haber
recogido manzanas en la Valle di Non. De este sitio proviene la manzana Golden o
lo que es lo mismo la fruta de este tipo más preciada de Europa.
Dejen
que les comente cosas de aquel trabajo, eran otros tiempos, no había mano de
obra y esta gente no quería trabajadores sin papeles por esa razón los italianos
teníamos un puesto asegurado. Disfruté mucho recogiendo fruta en medio de
aquellos paisajes tan bellos, pero la vida suele ser injusta, porque siempre
quise volver para repetir la experiencia y el destino no me permitió hacerlo;
es que esta recogida dura solo un mes porque hay que levantar la manzana antes
de la primera helada de lo contrario cuando el recolector la coge la fruta
queda marcada. En ocasiones este fallo se puede apreciar en los mercados.
Udine |
Sepan
disculpar que hoy estoy un poco enchufado con cosas mías que hacen que esta presentación
se extienda más de lo debido. Ahora sí, sigamos; dejamos el Corredor Europeo y
entrelazando valles entramos en la región del Friuli para visitar la ciudad de Udine.
Ahora las cosas son distintas, pero en aquella oportunidad me vieron forastero,
todos querían hablar conmigo y me pusieron morado a vinos en sus tabernas. En toda
esta zona se acostumbra a disfrutar de unas copitas en los bares antes del
almuerzo y la cena. Volviendo a la visita les comento que la ciudad es
preciosa, por aquí el paisaje sigue siendo la esencia del viaje y, además de
eso, a los amantes de los museos les comento que en Udine hay muy buenos.
Palmanova
Plaza grande de Palmanova |
La situación territorial de la región de Friuli-Venecia Julia, tras la pérdida de Gradisca (1511), se caracterizó por una serie de conflictos en enclaves de dominio veneciano, que eran parte del Archiducado de Austria. Entonces para fortalecer las defensas se decidió construir desde cero una ciudadela en las llanuras de la región, que podría detener las incursiones del Imperio Otomano y poner freno a las intenciones expansionistas del archiduque. Así fue nació esta belleza.
Estructura de Palmanova |
En el siguiente mapa, de izquierda a derecha, los banderines de color azul intenso marcan el camino que seguimos en esta presentación y los banderines de color verde hacen referencia al trabajo llamado:
*Italia, tour del centro-norte *
*Italia, tour del centro-norte *
Desde Italia por el momento es todo, muchas gracias por estar otra vez allí y hasta la próxima.
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